Los orígenes de nuestros instrumentos musicales

JUAN GABRIEL DE LA ROSA LÓPEZ


La guacharaca es un instrumento musical elaborado con el tallo de la planta cuyo fruto es el corozo; la cual es sometida a un proceso minucioso por los artesanos. Este instrumento tiene una parte por separado: un trinche que se construye incrustando varillas metálicas en un trozo de madera el cual, al ser frotado sobre la superficie corrugada del cuerpo de la guacharaca, produce el sonido característico.

Hoy puedo contar que Valledupar era habitado por indígenas. Ellos tenían sus instrumentos musicales; quizás los mismos que es común ver en otras culturas aborígenes, como las ocarinas, cuernos y sonajeros; instrumentos aerófonos o idiófonos. Cuando fueron traídos los “negros esclavos” para hacer el trabajo que ya los indígenas no hacían, traen consigo el modelo de los tambores africanos, construyéndolos e interpretándolos en los ratos libres o de descanso del trabajo forzoso. Esos espacios donde, con sus lenguas nativas, sus manos ásperas llenas de callos y junto al lamento y la tristeza de no poder regresar a su territorio, sentían la necesidad de adorar a sus dioses, fueron modelos para que el tambor indígena tuviera otra transformación y pasara a un tambor más pequeño, cónico, con una sola membrana y un sistema de amarres tensados por cuñas de madera. Se abordó otra forma de ejecutar, utilizando las manos y, a la vez, nacen ritmos con cadencias indígenas y negroides.

Al paso del tiempo, toma partida los cantos de vaquería o de ganadería, que servían para transmitir o llevar de un lugar a otro noticias o recados, ya fuese en prosa o versos sin rimas. Luego se acomoda en la cuadratura de los versos de los cantos europeos o de las tonadas de los “hombres blancos”. Prontamente, son acompañados con guitarras españolas, creando una modalidad de música regional.

En la primera división territorial-política de las tierras que comprendían hasta entonces esta música, también se crea una división musical. La música de tambora designada para bailar, donde se consolidan ritmos con características particulares, transmitiéndose en la clase popular. La otra parte era ocupaba por la música regional con guitarras, de letras o mensajes estructurados en versos con rimas y con presencia en la clase social media y alta; conformada por los criollos y ciertos españoles.

El giro final a esta historia lo da la llegada del acordeón, que de un instrumento con utilidad para interpretar polka y otros ritmos europeos, pasa a un instrumento para acompañar una música regional con versos interesados en divulgar acontecimientos, siendo acogida en la clase popular donde era notorio el mestizaje de mulatos, zambos y criollos.

Sin embargo, en alguna parte del territorio comprendido por el cacique Upar, en el epicentro regional, y estadio de intercambios culturales y sociales, aún habían indígenas que celosamente guardaban sus propias expresiones musicales, que se fueron debilitando hasta hacer parte directa de la nueva música regional con el acordeón.

La comunidad negroide, aun siendo más fuerte con su música nativa, se mezcla con esta, pero sin desaparecer, quedando así el mestizaje musical constituido por el aporte del indígena, del negro y del europeo, que da origen a una nueva música y que, hasta la actualidad, se conoce, válgase la redundancia, como música vallenata.

 

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